Domingo, 5 de Mayo de 2024 

Yom Rishon, 27 Nisan 5784
 
 
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Jeremías Capítulo 7:

7:1 Palabra de Dios que vino a Jeremías, diciendo: 
7:2 Ponte a la puerta de la casa de Dios, y proclama allí esta palabra, y di: Oíd palabra de Dios, todo Judá, los que entráis por estas puertas para adorar a Dios. 
7:3 Así ha dicho Dios de los ejércitos, Dios de Israel: Mejorad vuestros caminos y vuestras obras, y os haré morar en este lugar. 
7:4 No fiéis en palabras de mentira, diciendo: Templo de Dios, templo de Dios, templo de Dios es este. 
7:5 Pero si mejorareis cumplidamente vuestros caminos y vuestras obras; si con verdad hiciereis justicia entre el hombre y su prójimo, 
7:6 y no oprimiereis al extranjero, al huérfano y a la viuda, ni en este lugar derramareis la sangre inocente, ni anduviereis en pos de dioses ajenos para mal vuestro, 
7:7 os haré morar en este lugar, en la tierra que di a vuestros padres para siempre.
7:8 He aquí, vosotros confiáis en palabras de mentira, que no aprovechan. 
7:9 Hurtando, matando, adulterando, jurando en falso, e incensando a Baal, y andando tras dioses extraños que no conocisteis, 
7:10 ¿vendréis y os pondréis delante de mí en esta casa sobre la cual es invocado mi nombre, y diréis: Librados somos; para seguir haciendo todas estas abominaciones? 
7:11 ¿Es cueva de ladrones
delante de vuestros ojos esta casa sobre la cual es invocado mi nombre? He aquí que también yo lo veo, dice Dios. 
7:12 Andad ahora a mi lugar en Silo, donde hice morar mi nombre al principio, y ved lo que le hice por la maldad de mi pueblo Israel. 
7:13 Ahora, pues, por cuanto vosotros habéis hecho todas estas obras, dice Dios, y aunque os hablé desde temprano y sin cesar, no oísteis, y os llamé, y no respondisteis; 
7:14 haré también a esta casa sobre la cual es invocado mi nombre, en la que vosotros confiáis, y a este lugar que di a vosotros y a vuestros padres, como hice a Silo.

7:15 Os echaré de mi presencia, como eché a todos vuestros hermanos, a toda la generación de Efraín. 
7:16 Tú, pues, no ores por este pueblo, ni levantes por ellos clamor ni oración, ni me ruegues; porque no te oiré. 
7:17 ¿No ves lo que éstos hacen en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén? 
7:18 Los hijos recogen la leña, los padres encienden el fuego, y las mujeres amasan la masa, para hacer tortas a la reina del cielo y para hacer ofrendas a dioses ajenos, para provocarme a ira. 
7:19 ¿Me provocarán ellos a ira? dice Dios. ¿No obran más bien ellos mismos su propia confusión? 
7:20 Por tanto, así ha dicho Dios el Señor: He aquí que mi furor y mi ira se derramarán sobre este lugar, sobre los hombres, sobre los animales, sobre los árboles del campo y sobre los frutos de la tierra; se encenderán, y no se apagarán. 
7:21 Así ha dicho Dios de los ejércitos, Dios de Israel: Añadid vuestros holocaustos sobre vuestros sacrificios, y comed la carne. 
7:22 Porque no hablé yo con vuestros padres, ni nada les mandé acerca de holocaustos y de víctimas el día que los saqué de la tierra de Egipto. 
7:23 Mas esto les mandé, diciendo: Escuchad mi voz, y seré a vosotros por Dios, y vosotros me seréis por pueblo; y andad en todo camino que os mande, para que os vaya bien. 
7:24 Y no oyeron ni inclinaron su oído; antes caminaron en sus propios consejos, en la dureza de su corazón malvado, y fueron hacia atrás y no hacia adelante, 
7:25 desde el día que vuestros padres salieron de la tierra de Egipto hasta hoy. Y os envié todos los profetas mis siervos, enviándolos desde temprano y sin cesar; 
7:26 pero no me oyeron ni inclinaron su oído, sino que endurecieron su cerviz, e hicieron peor que sus padres. 
7:27 Tú, pues, les dirás todas estas palabras, pero no te oirán; los llamarás, y no te responderán. 
7:28 Les dirás, por tanto: Esta es la nación que no escuchó la voz de Dios su Dios, ni admitió corrección; pereció la verdad, y de la boca de ellos fue cortada. 
7:29 Corta tu cabello, y arrójalo, y levanta llanto sobre las alturas; porque Dios ha aborrecido y dejado la generación objeto de su ira. 
7:30 Porque los hijos de Judá han hecho lo malo ante mis ojos, dice Dios; pusieron sus abominaciones en la casa sobre la cual fue invocado mi nombre, amancillándola. 
7:31 Y han edificado los lugares altos de Tofet, que está en el valle del hijo de Hinom,
para quemar al fuego a sus hijos y a sus hijas, cosa que yo no les mandé, ni subió en mi corazón. 
7:32 Por tanto, he aquí vendrán días, ha dicho Dios, en que no se diga más, Tofet, ni valle del hijo de Hinom, sino Valle de la Matanza; y serán enterrados en Tofet, por no haber lugar. 
7:33 Y serán los cuerpos muertos de este pueblo para comida de las aves del cielo y de las bestias de la tierra; y no habrá quien las espante. 
7:34 Y haré cesar de las ciudades de Judá, y de las calles de Jerusalén, la voz de gozo y la voz de alegría, la voz del esposo y la voz de la esposa;
porque la tierra será desolada. 

Jeremías  Capítulo 8: 

8:1 En aquel tiempo, dice Dios, sacarán los huesos de los reyes de Judá, y los huesos de sus príncipes, y los huesos de los sacerdotes, y los huesos de los profetas, y los huesos de los moradores de Jerusalén, fuera de sus sepulcros; 
8:2 y los esparcirán al sol y a la luna y a todo el ejército del cielo, a quienes amaron y a quienes sirvieron, en pos de quienes anduvieron, a quienes preguntaron, y ante quienes se postraron. No serán recogidos ni enterrados; serán como estiércol sobre la faz de la tierra. 
8:3 Y escogerá la muerte antes que la vida todo el resto que quede de esta mala generación, en todos los lugares adonde arroje yo a los que queden, dice Dios de los ejércitos. 
8:4 Les dirás asimismo: Así ha dicho Dios: El que cae, ¿no se levanta? El que se desvía, ¿no vuelve al camino? 
8:5 ¿Por qué es este pueblo de Jerusalén rebelde con rebeldía perpetua? Abrazaron el engaño, y no han querido volverse. 
8:6 Escuché y oí; no hablan rectamente, no hay hombre que se arrepienta de su mal, diciendo: ¿Qué he hecho? Cada cual se volvió a su propia carrera, como caballo que arremete con ímpetu a la batalla. 
8:7 Aun la cigüeña en el cielo conoce su tiempo, y la tórtola y la grulla y la golondrina guardan el tiempo de su venida; pero mi pueblo no conoce el juicio de Dios. 
8:8 ¿Cómo decís: Nosotros somos sabios, y la ley de Dios está con nosotros? Ciertamente la ha cambiado en mentira la pluma mentirosa de los escribas. 
8:9 Los sabios se avergonzaron, se espantaron y fueron consternados; he aquí que aborrecieron la palabra de Dios; ¿y qué sabiduría tienen? 
8:10 Por tanto, daré a otros sus mujeres, y sus campos a quienes los conquisten; porque desde el más pequeño hasta el más grande cada uno sigue la avaricia; desde el profeta hasta el sacerdote todos hacen engaño. 
8:11 Y curaron la herida de la hija de mi pueblo con liviandad, diciendo: Paz, paz; y no hay paz.

8:12 ¿Se han avergonzado de haber hecho abominación? Ciertamente no se han avergonzado en lo más mínimo, ni supieron avergonzarse; caerán, por tanto, entre los que caigan; cuando los castigue caerán, dice Dios.
8:13 Los cortaré del todo, dice Dios. No quedarán uvas en la vid, ni higos en la higuera, y se caerá la hoja; y lo que les he dado pasará de ellos. 
8:14 ¿Por qué nos estamos sentados? Reuníos, y entremos en las ciudades fortificadas, y perezcamos allí; porque Dios nuestro Dios nos ha destinado a perecer, y nos ha dado a beber aguas de hiel, porque pecamos contra Dios. 
8:15 Esperamos paz, y no hubo bien; día de curación, y he aquí turbación. 
8:16 Desde Dan se oyó el bufido de sus caballos; al sonido de los relinchos de sus corceles tembló toda la tierra; y vinieron y devoraron la tierra y su abundancia, a la ciudad y a los moradores de ella. 
8:17 Porque he aquí que yo envío sobre vosotros serpientes, áspides contra los cuales no hay encantamiento, y os morderán, dice Dios. 
8:18 A causa de mi fuerte dolor, mi corazón desfallece en mí. 
8:19 He aquí voz del clamor de la hija de mi pueblo, que viene de la tierra lejana: ¿No está Dios en Sion? ¿No está en ella su Rey? ¿Por qué me hicieron airar con sus imágenes de talla, con vanidades ajenas? 
8:20 Pasó la siega, terminó el verano, y nosotros no hemos sido salvos. 
8:21 Quebrantado estoy por el quebrantamiento de la hija de mi pueblo; entenebrecido estoy, espanto me ha arrebatado. 
8:22 ¿No hay bálsamo en Galaad? ¿No hay allí médico? ¿Por qué, pues, no hubo medicina para la hija de mi pueblo? 
J

eremías Capítulo 9: 

9:1 ¡Oh, si mi cabeza se hiciese aguas, y mis ojos fuentes de lágrimas, para que llore día y noche los muertos de la hija de mi pueblo! 
9:2 ¡Oh, quién me diese en el desierto un albergue de caminantes, para que dejase a mi pueblo, y de ellos me apartase! Porque todos ellos son adúlteros, congregación de prevaricadores. 
9:3 Hicieron que su lengua lanzara mentira como un arco, y no se fortalecieron para la verdad en la tierra; porque de mal en mal procedieron, y me han desconocido, dice Dios. 
9:4 Guárdese cada uno de su compañero, y en ningún hermano tenga confianza; porque todo hermano engaña con falacia, y todo compañero anda calumniando. 
9:5 Y cada uno engaña a su compañero, y ninguno habla verdad; acostumbraron su lengua a hablar mentira, se ocupan de actuar perversamente. 
9:6 Su morada está en medio del engaño; por muy engañadores no quisieron conocerme, dice Dios. 
9:7 Por tanto, así ha dicho Dios de los ejércitos: He aquí que yo los refinaré y los probaré; porque ¿qué más he de hacer por la hija de mi pueblo? 
9:8 Saeta afilada es la lengua de ellos; engaño habla; con su boca dice paz a su amigo, y dentro de sí pone sus asechanzas. 
9:9 ¿No los he de castigar por estas cosas? dice Dios. De tal nación, ¿no se vengará mi alma? 
9:10 Por los montes levantaré lloro y lamentación, y llanto por los pastizales del desierto; porque fueron desolados hasta no quedar quien pase, ni oírse bramido de ganado; desde las aves del cielo hasta las bestias de la tierra huyeron, y se fueron. 
9:11 Reduciré a Jerusalén a un montón de ruinas, morada de chacales; y convertiré las ciudades de Judá en desolación en que no quede morador. 
9:12 ¿Quién es varón sabio que entienda esto? ¿y a quién habló la boca de Dios, para que pueda declararlo? ¿Por qué causa la tierra ha perecido, ha sido asolada como desierto, hasta no haber quien pase? 
9:13 Dijo Dios: Porque dejaron mi ley, la cual di delante de ellos, y no obedecieron a mi voz, ni caminaron conforme a ella; 
9:14 antes se fueron tras la imaginación de su corazón, y en pos de los baales, según les enseñaron sus padres. 
9:15 Por tanto, así ha dicho Dios de los ejércitos, Dios de Israel: He aquí que a este pueblo yo les daré a comer ajenjo, y les daré a beber aguas de hiel. 
9:16 Y los esparciré entre naciones que ni ellos ni sus padres conocieron; y enviaré espada en pos de ellos, hasta que los acabe. 
9:17 Así dice Dios de los ejércitos: Considerad, y llamad plañideras que vengan; buscad a las hábiles en su oficio; 
9:18 y dense prisa, y levanten llanto por nosotros, y desháganse nuestros ojos en lágrimas, y nuestros párpados se destilen en aguas. 
9:19 Porque de Sion fue oída voz de endecha: ¡Cómo hemos sido destruidos! En gran manera hemos sido avergonzados, porque abandonamos la tierra, porque han destruido nuestras moradas. 
9:20 Oíd, pues, oh mujeres, palabra de Dios, y vuestro oído reciba la palabra de su boca: Enseñad endechas a vuestras hijas, y lamentación cada una a su amiga. 
9:21 Porque la muerte ha subido por nuestras ventanas, ha entrado en nuestros palacios, para exterminar a los niños de las calles, a los jóvenes de las plazas. 
9:22 Habla: Así ha dicho Dios: Los cuerpos de los hombres muertos caerán como estiércol sobre la faz del campo, y como manojo tras el segador, que no hay quien lo recoja. 
9:23 Así dijo Dios: No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas. 
9:24 Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme,
que yo soy Dios, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice Dios. 
9:25 He aquí que vienen días, dice Dios, en que castigaré a todo circuncidado, y a todo incircunciso; 
9:26 a Egipto y a Judá, a Edom y a los hijos de Amón y de Moab, y a todos los arrinconados en el postrer rincón, los que moran en el desierto; porque todas las naciones son incircuncisas, y toda la casa de Israel es incircuncisa de corazón.