Viernes, 29 de Marzo de 2024 

Yom Shishi, 19 AdarII 5784
 
 
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Señor, ¿por qué te quedas tan lejos?,

¿por qué te escondes en tiempos de angustia?

Con altanería, el malvado

persigue rabiosamente al humilde;

pero ha de quedar atrapado

en las trampas que él mismo ha puesto.

El malvado se jacta de sus propios deseos;

el ambicioso maldice y desprecia al Señor.

Levanta insolente la nariz, y dice:

«No hay Dios. No hay quien me pida cuentas.»

Eso es todo lo que piensa.

Siempre tiene éxito en lo que hace.

Para él, tus juicios están lejos,

muy lejos de su vista.

Se burla de sus enemigos,

y piensa que nadie lo hará caer,

que jamás tendrá problemas.

Su boca está llena de maldiciones,

de mentiras y de ofensas;

sus palabras ocultan opresión y maldad.

Se pone al acecho, por las aldeas,

y a escondidas mata al inocente.

No pierde de vista al indefenso:

como si fuera un león en su cueva,

espía al pobre desde su escondite,

esperando el momento de caer sobre él,

y cuando lo atrapa, lo arrastra en su red.

Se agacha, se encoge,

y caen en sus garras los indefensos.

El malvado cree que Dios se olvida,

que se tapa la cara y que nunca ve nada.

¡Levántate, Señor, levanta tu brazo!

¡No olvides a los afligidos!

¿Por qué, Dios mío, han de burlarse los malos,

pensando que no habrás de pedirles cuentas?

Tú mismo has visto su irritante maldad;

¡la has visto, y les darás su merecido!

A ti se acogen los indefensos;

tú eres la ayuda de los huérfanos.

¡Rómpeles el brazo a los malvados!

¡Pídeles cuentas de su maldad

hasta que no quede nada pendiente!

El Señor es el Rey eterno;

¡los paganos serán echados de su país!

Señor, tú escuchas la oración de los humildes,

tú los animas y los atiendes.

Haz justicia al huérfano y al oprimido:

¡que el hombre, hecho de tierra,

no vuelva a sembrar el terror!