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Salmos 9 Oh Señor, quiero alabarte con todo el corazón y contar tus muchas maravillas. Oh Altísimo, por ti quiero gritar lleno de alegría; ¡quiero cantar himnos a tu nombre! Mis enemigos huyen delante de ti; caen y mueren. Tú eres juez justo: te has sentado en tu trono, para hacerme justicia. Has reprendido a los paganos, has destruido a los malvados, ¡has borrado su recuerdo para siempre! El enemigo ha muerto, y con él han muerto sus ciudades; tú las destruiste, y no quedó de ellas ni el recuerdo. Pero el Señor es Rey por siempre; ha afirmado su trono para el juicio: juzgará al mundo con justicia, dictará a los pueblos justa sentencia. El Señor protege a los oprimidos; él los protege en tiempos de angustia. Señor, los que te conocen, confían en ti, pues nunca abandonas a quienes te buscan. Canten himnos al Señor, que reina en Sión; anuncien a los pueblos lo que ha hecho. Dios se acuerda de los afligidos y no olvida sus lamentos; castiga a quienes les hacen violencia. Señor, ten compasión de mí, mira cómo me afligen los que me odian, ¡sácame de las puertas de la muerte! Y así, a las puertas de Jerusalén, diré a todo el mundo que tú eres digno de alabanza, y que yo soy feliz porque me has salvado. Los paganos caen en su propia trampa; sus pies quedan atrapados en la red que ellos mismos escondieron. El Señor se ha dado a conocer: ¡ha hecho justicia! El malvado queda preso en la trampa tendida por él mismo. 17 (18) Los malvados y paganos, los que se olvidan de Dios, acabarán en el reino de la muerte; 18 (19) pues no siempre serán olvidados los pobres, ni para siempre se perderá su esperanza. 19 (20) Levántate, Señor; no consientas la altanería del hombre; ¡juzga a los paganos en tu presencia! 20 (21) Hazles sentir temor, Señor; ¡hazles saber que no son más que hombres |