“Una semana fue particularmente cruel. Habían recibido un pedido de 300 nuevas identidades para niños judíos en hogares de adopción –lo que significaba unos 900 documentos en total– y, además, un encargo para un grupo de húngaros en peligro. Todo, en tres días. “El cálculo es sencillo. En una hora, fabrico 30 documentos vírgenes. Si duermo una hora, morirán 30 personas”, reflexiona Kaminsky. El libro detalla las instancias en las cuales intervino Adolfo Kaminsky, experto en falsificación de documentos, tales como la Segunda Guerra Mundial, la Guerra de Argelia, las luchas contra Castillo Armas en Guatemala y las dictaduras en Grecia. “No me arrepiento de ninguno de los combates que libré. Actué por convicción, en apoyo a los pueblos víctimas de la opresión, en nombre de la libertad y siguiendo lo que mi conciencia me dictaba”. Su hija Sarah Kaminsky nos lo cuenta en este libro “Adolfo Kaminsky, el falsificador” editado por Clave Intelectual. |