Miércoles, 24 de Abril de 2024 

Yom Rebii, 16 Nisan 5784
 
 
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Presidente Lauder, señoras y señores.
Buenas noches. Déjenme darles mi incondicional bienvenida a Budapest. Shalom. Con mucho placer os doy la bienvenida a Budapest en el nombre de Hungría y de su pueblo. Saludo a los representantes de la comunidad judía y quiero dar una cálida bienvenida a nuestro país a nuestros invitados.
Con especial placer y amistad saludo a aquellos que de hecho han vuelto a casa, porque tienen raíces familiares aquí. Hungría tiene una profundamente arraigada tradición de bienvenida y respeto por sus invitados. Aquí todos los que llaman a nuestra puerta tienen derecho a la hospitalidad. ¡Y por tanto deseo que todos ustedes tengan una permanencia agradable y disfruten en nuestra maravillosa capital! Hungría es un país libre, y por tanto el derecho a la hospitalidad incluye la mención de las cosas que les pueden molestar y que pueden considerar incorrectas. Sus líderes justificaron su visita como un medio de llamar la atención del mundo hacia el creciente antisemitismo en Hungría. Si así es como se sienten, entonces está bien que hayan venido a nosotros, porque necesitamos la ayuda y la cooperación de todo el mundo para actuar con éxito contra la extensión de odio

Señoras y señores:
Sé que los líderes judíos han venido aquí de todo el mundo, incluso de sitios donde el antisemitismo a veces se cobra las vidas de alumnos de escuelas. Y de sitios donde después del asesinato antisemita de niños, no se logra consenso para recordarles con un minuto de silencio en las escuelas estatales. De sitios donde hubo atentados con bomba contra sinagogas que se han cobrado vidas humanas. Nada similar ha ocurrido hasta ahora en Hungría. No queremos que Hungría llegue a ser un país de esa clase, y por tanto pido que compartan sus experiencias para que el odio no degenere a ese nivel aquí en Hungría.

Señoras y señores:
La historia ha enseñado a los húngaros que hay que reconocer a tiempo el antisemitismo. Hungría sobrevivió a la destrucción inhumana que el antisemitismo causó al pueblo judío y es plenamente consciente de ello, tanto Hungría como toda Europa. Con el corazón roto reclinamos nuestras cabezas en memoria de las víctimas. Y al mismo tiempo damos gracias a Dios porque, a pesar de la destrucción que el nazismo y la Cruz Flechada realizaron con una auténtica comunidad judía, una de las comunidades judías más significativas y antiguas de Europa logró sobrevivir aquí en Hungría. Damos gracias a Dios por enriquecer a Hungría a resultas de ello. También hemos aprendido que el antisemitismo no es una catástrofe natural, sino producto de los hombres. Y por lo tanto todos debemos sentir y aceptar nuestra propia responsabilidad personal. Todos somos conscientes del crecimiento del antisemitismo en todas partes de Europa, incluso en Hungría. La situación es difícil. La crisis económica sacude el corazón de Europa, y el fracaso en la gestión de la crisis por los líderes europeos es causa de una frustración cada vez más profunda y que consume la esperanza de la gente. Hablemos con franqueza. La desilusión, la cólera y el odio van en aumento. En una situación como esta resulta muy importante dejar claro que el antisemitismo es inaceptable e intolerable.

Señoras y señores:
La difícil situación actual requiere responder a la pregunta, ¿en qué nos equivocamos en Europa durante los veinte años pasados? Finalmente destruimos el comunismo. Acabamos con la Guerra Fría. Europa tuvo la posibilidad de ser otra vez el continente de la paz, la cohabitación, el entendimiento y la tolerancia. Y aquí estamos, veinte años después, buscando una cura para una intolerancia y un antisemitismo en alza. ¿Qué nos pasó? Esta es una pregunta que muchos se hacen y para la que oímos muchos argumentos. Nosotros los húngaros obtuvimos nuestra propia respuesta hace dos años cuando establecimos nuestra primera constitución democrática. Nosotros los húngaros creímos que era un error pensar que una comunidad con una identidad nacional y religiosa débil nos daría una mejor posibilidad de cohabitación pacífica. Hoy sentimos que una identidad fuerte proporciona unos mejores cimientos para el mutuo reconocimiento y respeto. Hoy parece que todos nosotros, judíos y no judíos por igual, nos beneficiaremos más si nos esforzamos en ser buenos patriotas y buenos hijos de Dios. Cada uno según sus propias leyes, pero todos firmes sobre unos cimientos de respeto incondicional por la dignidad humana.

Señoras y señores:
Al final, las cosas siempre se simplifican. Se simplifican para lo bueno y para lo malo. Quizás sepan mejor que nadie que en definitiva, el mundo está gobernado por dos tipos de intenciones y acciones humanas: las buenas y las malas. Mientras la voluntad de la gente buena estuvo al frente de Hungría, los húngaros y los judíos vivimos juntos en paz y prosperidad, y cuando fue necesario, el estado húngaro protegió a sus ciudadanos. El antisemitismo es un estado de ánimo en el cual el mal toma el control de los pensamientos y acciones de la gente, y este peligro también nos amenaza a nosotros, los cristianos. Somos conscientes de que durante el curso de historia hubo cristianos malos y húngaros malos que cometieron graves pecados. A la luz de todo esto, nuestra respuesta al creciente antisemitismo en Europa y en Hungría no debe ser la rendición de nuestras raíces religiosas y morales, sino exactamente lo contrario: recordar y reforzar los ejemplos y la tradición de los buenos cristianos. En consecuencia, la actual constitución proporciona una verdadera protección, una seguridad verdadera, y una dignidad humana verdadera y plena, personal y comunitaria, para el pueblo judío, y por supuesto para todas las minorías que viven junto a nosotros. La política del actual gobierno demócrata cristiano húngaro es sensible al deber moral de introducir un Día de Memoria para las Víctimas del Holocausto en las escuelas. Sintió que era su obligación moral establecer el Día de Conmemoración del Holocausto. Se sintió moralmente obligado a reclinar la cabeza y escuchar la oración del Kadish en los mismos congresos y parlamentos en los cuales otrora se aprobaron leyes antijudías. Sintió que era su deber moral organizar un año de conmemoración en homenaje a Raoul Wallenberg. Sintió que era su obligación moral prohibir las operaciones de organizaciones paramilitares. Sintió que estaba moralmente obligado a establecer el Comité del monumento conmemorativo del Holocausto para 2014. Sintió que era su deber moral prohibir símbolos de la dictadura. Y sintió y siente que es su obligación moral imponer una política de tolerancia cero ante el antisemitismo.

Señoras y señores:
Todavía oímos en nuestros oídos y sentimos en nuestros corazones las enseñanzas de nuestro primer rey cristiano, con la sabiduría que conocemos bien del Talmud. Ese Talmud que nos dice: "El odio, la tendencia al mal y la vanidad manejan a los hombres de este mundo". Nuestro Rey, San Esteban, escribió a su hijo: "Ten siempre en cuenta que todos los hombres nacen en un estado similar, y sólo es la humildad la que los eleva, y sólo la arrogancia y el odio los derriba".

Señoras y señores:
Nuestra generación es la generación de la paz y las revoluciones. En nuestra juventud derribamos al comunismo y recuperamos la independencia de nuestro país para que pudiéramos vivir todos aquí en libertad. Sabemos que no hay libertad sin dignidad humana. Y por ello nuestra generación no tolerará la derrota de la dignidad humana de nadie en nuestro país debido a su ascendencia o religión, porque esto sería una afrenta a la libertad que nos hemos esforzado juntos por conseguir.

Señoras y señores:
Como cierre, déjenme por favor agradecer al pueblo judío de Hungría y del mundo por defender repetidamente a Hungría y a los objetivos nacionales de la gente de Hungría en años recientes. Recuerdo a Tom Lapid, que habló alto y claro contra el asalto de húngaros en la Voivodina. Precisamente aquí quiero recordar a aquellas comunidades judías que defendieron los derechos de los húngaros que viven más allá de nuestras fronteras y de los que tienen doble nacionalidad. Precisamente aquí debo mencionar el fuerte y abierto apoyo expresado por el Rabino Principal de Israel Yona Metzger durante el curso del debate internacional sobre nuestra constitución. Su apoyo nos da la tranquilidad y el estímulo de que nuestro trabajo no es en vano. Hay esperanza de que nuestros hijos puedan vivir en una era en la cual el antisemitismo sea tan inconcebible como los años pasados en los cuales el mundo sufrió de tal plaga. Esto no es sólo un sueño, es una posibilidad, y una que entiendo sólo depende de nosotros. Sabemos que el triunfo de mal sólo requiere que la gente buena permanezca inactiva. Nosotros los húngaros no estamos ni debemos estar nunca inactivos. Me gustaría que lleváseis con vosotros este mensaje al pueblo judío de todo el mundo.

Bienvenidos a Hungría.