Dice Bashevis Singer en el prólogo de este libro encantador: “Algunas de las historias me las contó mi madre. Son cuentos populares que aprendió de mi abuela…¡y mi abuela de mi bisabuela! Yo las cuento a mi aire, poniendo de aquí y sacando de allá…Otras historias de este volumen son producto de mi imaginación. Todas estas historias, tanto las propias como las ajenas, pertenecen a un mundo en el que la imaginación y la fantasía eran, aún, valores supremos. Debo advertir también que cuando escribo, lo hago para todo el mundo y no distingo entre el niño y el adulto. Yo cuento siempre las mismas historias, con los mismos protagonistas, los mismos pueblos…Lo que ocurre es que en este mundo de las prisas en el que vivimos, son los niños los que se detienen a escucharme. Dedico estos cuentos a mi padre y a mi madre. Porque fueron ellos los que me enseñaron el arte ancestral de contar cuentos, arte que día a día se va perdiendo…Y fueron ellos también los que me enseñaron a amar, por encima de todas las cosas, a los Shlemels que uno se encuentra en esta vida. |